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viernes, 2 de agosto de 2013

En el documental La historia de las cosas (2007) la investigadora Annie Leonard critica a la sociedad de consumo y explica que los productos están diseñados para ser desechados y reemplazados rápidamente. 

Como para contradecirla, en 1990, durante la Guerra del Golfo, un soldado estadounidense llevó su Game Boy a Kuwait. Un día, su carpa fue bombardeada y entre los restos el soldado encontró su jueguito calcinado. Sorprendentemente, todavía funcionaba y hoy está exhibido en el Nintendo World Store de Nueva York. La resistencia de aparatos como este, muchas veces descartados y guardados como un recuerdo de infancia, permitió que a fines de los noventa algunos músicos empezaran a experimentar con ellos. Así resurgió una escena que se remonta a los años ochenta: el chiptune o música 8-bit.


En Argentina son pocos los que se atreven a mezclar Game Boys y Commodores 64 con sintetizadores y fusionar el sonido chirriante y áspero típico de los videojuegos con cumbia y electrónica. Pavlo, de Coleco Music, empezó, como muchos, a tocar cuando era adolescente. Al principio se inclinó por el synth pop ochentoso, pero un día, investigando en un foro de electrónica, se cruzó con alguien que le mostró el chiptune. “Por una cuestión generacional me crié jugando videojuegos con este tipo de música. Mis amigos me decían que lo que hacía tenía alguna sonoridad que remitía mucho a eso. Empecé a investigar y fui dejando de lado el pop cancionero para dedicarme a producir chiptune. Hoy hago música con tecnología en desuso”, cuenta.

Ignacio y Luciano Brasolin, el dúo de hermanos mendocinos que confor-man Super Guachin, empezaron a experimentar con viejas consolas un poco de casualidad y no se sienten dentro del género local. “Nunca estuvimos en la escena, más que nada porque para los puristas no hacemos chiptune, ya que metemos otros instrumentos además de los Game Boys, que siempre fueron vías para reflejar nuestras composiciones. Estamos en el medio”, explica Ignacio. Luciano agrega: “Hacer música con algo que de chico te daba otra sensación no musical, y llevarlo a algo más contemporáneo en tu vida, es algo que a mí me llamó muchísimo la atención”. 

Ambas bandas destacan la portabilidad como una gran ventaja: mucho antes de que aparecieran las aplicaciones musicales para smartphones, cualquiera podía componer en el colectivo con su Game Boy. También coinciden en que la limitación técnica de tener sólo cuatro botones para trabajar expande la creatividad. Para Pavlo, incluso es más divertido: “Como dice Brian Eno: ‘Menos es más’. Hay que ingeniárselas con esa limitación sonora para hacer algo copado. Hay un elemento casi político que es no dejarse acaparar por los cambios del mercado. Es un poco tratar de hackear la lógica de ir detrás de la tecnología”. 

El sonido anticuado del 8-bit mezclado con cumbia le dio a Super Guachin la oportunidad de tocar en festivales en Berlín y San Pablo y abrir en Buenos Aires para Skrillex y Bassnectar. “Tocamos en lugares muy variados, eso es lo bueno que tiene no encajar en algo específico – asegura Ignacio Brasolin- Si bien estamos en la escena Zizek (pertenecen al sello ZZK), el sonido es más experimental”. En cambio, Coleco Music se abrió camino de forma independiente. “Hace dos años armamos el colectivo BlipBlop junto a otros artistas con la intención de hacer un sello. El circuito lo creamos nosotros. En 2007 hicimos el primer ciclo de música 8-bit en Casa Brandon. Ahora armamos fiestas cada dos meses en las que cada uno tiene su set. Es muy variado, del electro a la cumbia o algo más punk. En Latinoamérica hay que buscar por el lado de los géneros autóctonos, el folklore, la cumbia. En las fiestas la gente la re rockea, es impresionante”, asegura Pavlo.

Siete años antes de morir, Malcom McLaren, ex manager de los Sex Pistols, redactó un manifiesto donde eligió al chiptune como heredero espiritual del punk por su música alternativa, simple y contracultural. “A las personas que no están tan relacionadas con los aparatos les llama la atención cómo los manipulamos, pero no tanto el sonido, porque, quieras o no, las generaciones que nos ven han sido influidas de una forma u otra por los videojuegos”, reflexiona Ignacio, que con Super Guachin editó en 2011 Piratas y fichines y planea nuevo material para este año. Pavlo, que además de Confessions in the chatroom (2006, editado por el sello internacional 8bitpeople) está trabajando en su próximo álbum, concluye: “Hace siete años la gente te miraba y no entendía, pero hoy es como que tienen las enzimas para metabolizarlo, lo cual no quiere decir que les guste”.

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jueves, 1 de agosto de 2013

Filosofía desencajada

Darío Sztajnszrajber.

Txt. Andrés Kilstein - @nofumarx | Ph. Lula Bauer



Para cualquier persona es difícil imaginar a un filósofo moviéndose cómodo en un set de televisión, un estudio de radio o enfrentando a un público melómano en un escenario. Sin embargo ésta es la apuesta de Dario Sztajnszrajber: sacar a la filosofía de los claustros en los que está confinada. Luego de sus incursiones en radio (primero fue Gente sexy, por la Rock & Pop, y luego un programa propio en Radio Madres, El innombrable) y en TV (Mentira la verdad y Amar al cine, ambos en canal Encuentro), Sztajnszrajber se destaca con Desencajados, un show en Ciudad Cultural Konex que combina filosofía y rock nacional. Temas de Pescado Rabioso, Fito Páez, Divididos, interpretados por guitarra, bajo, percusión y la voz notable de Lucrecia Pintos, construyen la atmósfera ideal para la reflexión de Sztajnszrajber. Talentos musicales como Charly García o Spinetta aportan sus líneas como disparadores del comentario apasionado del pensador. Todo esto en una puesta en escena lograda y melancólica. 

¿Cuál es la idea central del espectáculo? 

Desencajados, filosofía más música es una nueva propuesta en la línea de extraer a la filosofía de su institucionalización. Esta la ha privado en parte de su espíritu original, popular, ligado a una dimensión existencial del ser humano. Las universidades son un invento del siglo XIII; pero la filosofía nace en la calle, con Sócrates peleándose con sus alumnos en el mercado. Luego se burocratizó, se volvió un dogma con sus propias reglas, y se cons-tituyó una comunidad que se reproduce a sí misma.

La filosofía lleva a un desacomodamiento existencial, 
una conmoción no  muy diferente a lo que 
genera una  canción o una danza.

¿Por qué la idea de articularla con música? 

Para mí, la filosofía tiene mucho más que ver con el arte que con la ciencia, aunque no reniego de esta última relación. Derrida decía que la filosofía es un género literario. La filosofía lleva a un desacomodamiento existencial, una conmoción no muy diferente a lo que genera una canción o una danza. 

¿Existen otros espectáculos del mismo género que hayas tomado de referencia? 

Como antecedente cercano está el espectáculo de Santiago Kovadloff con Lerner y Moguilevsky, donde Santiago leía textos de Borges y los chicos improvisaban música. Mi espectáculo es al revés: una lista fija de clásicos del rock nacional que dialogan con textos e improvisaciones filosóficas. 

Slavoj Zizek se ganó el mote del filósofo pop por haber introducido piezas de la cultura popular para ejemplificar sus teorías. ¿Hacés una operación equivalente? 

Jamás me compararía con un groso como Zizek. Pero esa es la lógica que persigo. La filosofía no sólo revisada en su contenido sino en su formato. Zizek tiene videos donde se lo ve en la cama explicando conceptos, o con el hijo, o filosofando sobre modelos de inodoros. Al revés de lo que sucede en Argentina, afuera no despotrican contra él por hacer estos movimientos. 

En Twitter mostrás un faceta más pesimista que en TV o en radio, ¿te considerás una persona pesimista? 

En primer lugar habría que definir qué es ser pesimista. Yo creo en un pesimismo emancipatorio. Creo que la sociedad de consumo en la que vivimos hace alarde de un optimismo ingenuo generalizado. Cuando se habla de amor, la idealización del sentimiento termina antes en frustración que en felicidad. Pero hay una diferencia: no es lo mismo decir “el amor es una mierda” que “el amor, por suerte, nunca cierra”. Entiendo que este pesimismo te libera del verdadero pesimismo que está puesto en la idelización ingenua del amor. 

“El imperativo por gozar”, diría Zizek. 

Exacto. El imperativo por gozar te frustra, no te permite gozar. De ahí el pesimismo emancipatorio, más en esta sociedad marcada por el placer inmediato y el utilitarismo vincular. 

¿Alguna vez te ofrecieron dictar un curso, escribir un libro o un artículo de autoayuda? 

Por ahora no. No me sentiría cómodo con la propuesta, pero tampoco me pondría en lugar de juez a decir “esto es inválido”. Ante cualquier disciplina del saber uno tiene la obligación de ejercer la sospecha. Así como hay una burocratización académica frente a la cual es válido decir: “che, se nos elitiza el saber”, también es válido postular que hay una popularización desmedida que también termina mal. Porque detrás de muchos grupos de autoayuda hay sojuzgamiento; detrás de mucha neoespiritualidad, hay mercantilización de la creencia. Entonces uno tiene la obligación de sentar una posición. Ahora, celebro aquello que esté orientado a recuperar el sentido originario de la filosofía como pregunta, como apertura, como encuentro con lo Otro. Porque esa es también mi propia búsqueda.

jueves, 13 de junio de 2013

El extraño mundo de Dan

Músico y dibujante, Daniel Johnston llegó a la Argentina por primera vez. Antes de sus dos conciertos, charló con Cultra y se encontró con sus fanáticos. 

Txt. Gonzalo Sánchez Segovia - @gonzalo_ss | Ph. Iara Kremer - @iar_


Daniel Johnston espera en la pi-zzería Kentucky en la esquina de Santa Fe y Anchorena, lo acompañan su hermano Dick -una especie de road manager- y algunos organizadores. Son las ocho de la noche de un lunes, hace sólo cuatro horas que llegó al país y se prepara para firmar discos y libros en la comiquería Moebius de la Galería Patio del Liceo. A media cuadra, cientos de fans, suficientes para convertir la galería en un caos, lo esperan ansiosos desde hace horas. Entre ellos, oficinistas, chicas con crestas violetas, chicos con anteojos de marco grueso e historietistas locales como Liniers, Power Paola y Gustavo Sala, un público heterogéneo que rastrea con devoción religiosa todo el material relacionado con el artista. Siempre autorreferencial, su obra incluye letras sinceras y dolorosas sobre corazones rotos, encuentros con el Diablo y pasajes extremos de su vida desde una mirada híper sensible.

A pesar de los 26 grados, Johnston viste un polar azul y pantalón de jogging. Lleva el pelo blanco despeinado, barba de algunos días y parece ajeno a la multitud que se empuja para verlo. Sólo quiere comprar historietas en Moebius antes de atender a sus fans, que miran la muestra montada con obras originales y se niegan a desalojar el lugar. Johnston observa concentrado los anaqueles, apila libros y revistas en sus brazos e intercambia palabras sueltas con sus seguidores. Mientras la marea de personas lo aplaude, él se pasea muy tranquilo. “Nunca había estado en Sudamérica, la gente es muy amigable y la estoy pasando bien. Es muy cool, muy divertido y mis fans son muy amables”, le dice a Cultra, con su voz aniñada y frágil, algo curtida por los años y el cigarrillo, mientras firma autógrafos. También aprovecha para hablar de su obsesión por las historietas: “Compro cómics todo el tiempo. Edité un libro el año pasado (Space ducks) y me gusta ver cómics todo el tiempo. Es en todo lo que puedo pensar, sólo cómics. Trato de parar un poco pero no puedo. Acá en Moebius conseguí algunos underground muy cool que son difíciles de encontrar”.

"El próximo álbum será Ducks at war. Es un cómic y también una canción del nuevo álbum. Sólo espero 
pegarla algún día"

Aunque muy pocas veces mira a los ojos, Johnston es directo, dice lo que piensa con frases cortas, sin vueltas ni adornos. Pareciera que su mente transita un sendero alternativo al camino convencional, pero de todas maneras se lo nota consciente de lo que está sucediendo a su lado y se la banca. Cuando Cultra le pregunta por lo que inspira sus próximos trabajos, responde: “Pretty gross (bastante asqueroso). El próximo álbum será Ducks at war -abre bien los ojos, remarca cada palabra y se ríe-. Es un cómic y también una canción del nuevo álbum. Sólo espero pegarla algún día. Trabajamos en el disco durante un año, nos tomamos un buen tiempo. Es mi favorito hasta ahora, creo que le va a gustar a todos”. Hay demasiada gente y el calor empieza a ser insoportable. A esta altura es claro que no va a poder firmar tantos libros. Incluso, ya debería estar ensayando con la banda de músicos locales que lo acompañará en sus recitales. “¿Terminamos? ¡Gracias a todos! Nos vemos en el show, ¿van a venir?”, saluda. 

La referencia obligada para introducirse en el mundo Johnston es el docu-mental de Jeff Feuerzeig, The Devil and Daniel Johnston (2005), que muestra su infancia como el menor de cinco hermanos de una familia católica y conservadora estadounidense, sus primeras grabaciones caseras tocando el piano en su habitación (se lo considera uno de los iniciadores del lo-fi), sus dibujos en las paredes del colegio secundario y el amor no correspondido por Laurie, una compañera de universidad que fue una de sus principales fuentes de inspiración durante años. También cuenta la fama que consiguió en Austin, Texas, gracias a los casetes que repartía mientras trabajaba en un McDonald’s y sus internaciones psiquiátricas debido al enfermedades mentales (trastorno bipolar y esquizofrenia), que lo fueron separando cada vez más de la sociedad. Para Johnston, la masividad llegó de la mano de uno de sus fans más conocidos, Kurt Cobain, que usó una remera con la tapa de su disco Hi, how are you? (1983) para la entrega de los premios MTV, en 1992.

En entrevistas, Johnston suele dar a entender que preferiría quedarse dibujando y que las giras son sólo su forma de ganarse la vida. Su hermano Dick, cuenta: “Somos home buddies, nos gusta quedarnos en casa. Pero lo que lo saca de gira es la chance de ir a comprar historietas”. También explica por qué tuvo que posponer su gira sudamericana (su visita al país estaba prevista para el 8 de marzo): “Fue hospitalizado durante cinco días, y como es diabético le toma un tiempo recuperarse. Está muy bien ahora. A veces se vuelve una locura con los fans, como hoy, pero es agradable ver que tiene tanto éxito. Estoy seguro de que ama todo esto, le encanta la atención. Siente el amor y, con suerte, lo demostrará en los shows”. 

hihowareyou.com
facebook.com/danieldalejohnston



martes, 11 de junio de 2013

Los colectivos sean unidos

Elefante en la Habitación, un colectivo de músicos, y Anuario de Ilustradores, un colectivo de ilustradores, se encuentran para mostrar qué bien se llevan las dos disciplinas. Combinan sus trabajos y cuentan su experiencia en la autogestión de la cultura.

Txt. Paloma Portnoy


Los separan: el punto de partida, la disciplina a la que se dedican y el modo de organización. Los unen: la independencia, el estar en continuo movimiento y las ganas y la voluntad de hacer. Elefante en la Habitación (EH) y Anuario de Ilustradores (AI) se conocieron y, como grupos autogestivos que son, empezaron a pensar proyectos juntos. Arrancaron en abril con un ciclo de música y muestras en Besares Club de Cultura y siguieron los domingos de mayo y junio en Vuela el Pez con una propuesta que incluye bandas e intervenciones en vivo de los ilustradores y del público. 

¿Cómo surgieron los grupos? ¿Qué los unió?

Nahuel Carfi (EH): Elefante nació a fines de 2011 a partir de un grupo de músicos que estábamos intentando tender lazos entre solistas y bandas. Fue surgiendo como un grupo de “autoayuda” donde todos poníamos sobre la mesa situaciones que nos pasaban a los músicos y así vimos que teníamos que trabajar de manera solidaria para armar una movida más grande. Todos teníamos madurada la idea del músico gestor, un músico que además de tocar está participando de todos los aspectos de ser artista.

Marcos Sciannamea (AI): nosotros nos juntamos en 2007 para sacar un calendario que salió en 2008. Nos unimos para canalizar toda la producción que había entre los ilustradores que conocíamos y salir hacia afuera. Nos fuimos conociendo unos a otros y se fueron sumando personas.

Elda Broglio (AI): el Anuario permitió unir a personas que, si bien estaban haciendo una búsqueda similar, estaban bastante disgregadas. Abrió el espectro a poder conocer un montón de gente que estaba en la misma, con las mismas ganas de producir y de mostrar lo que hacía.

¿Cómo es la dinámica de trabajo? ¿Cómo se organizan?

NC (EH): desde el comienzo se propuso como un grupo de cinco que se reúnen todas las semanas, manejan el mismo nivel de información, discuten todo al mismo nivel y toman las decisiones entre todos. El colectivo fue creciendo y ahora somos doce proyectos musicales (n.d.r: María Pien, Lautaro Feldman, ChauCoco!, Ensamble Chancho a Cuerda, David Chorne, Punto Trío, Nico Rallis, Virulana, Desatavientos, Globos, Lorena Rizzo, Ciruelo).

Nat Filippini (AI): en nuestro caso las personas van rotando bastante, nos organizamos en comisiones porque es un monstruo grande. Somos 87 pero claramente no podemos meter la mano todos porque  sería un delirio. Hay 25 o 30 ilustradores que están ocupándose de temas de organización y otros sólo trabajan haciendo la ilustración y pagando el costo de la publicación.

MS (AI): a medida que fuimos creciendo tuvimos la necesidad de organizarnos, y nos pasó al revés que a los chicos de EH: nosotros nos organizamos por necesidad, no por nuestra capacidad de planeamiento. Ver cómo se maneja otro colectivo fue encontrar un espejo que te hace ver cómo sos como grupo viendo cómo es el otro.

EB (AI): más allá de las publicaciones que hacemos, que no tienen un tema en particular y en las que cada uno puede hacer lo que quiere sin que nadie le diga “esto no lo podés publicar”, trabajar en colectivo nos permitió relacionarnos con otras personas para generar nuevos proyectos.

¿Cuál es la propuesta del ciclo en Vuela el Pez?

EB (AI): la idea era articular las dos actividades en algo que realmente fuera unirlas y no sólo que caminaran por lugares paralelos. Besares fue un primer paso: había una muestra y tocaban las bandas, pero era más estático y separado. En este ciclo están las bandas y los ilustradores hacen algo en vivo -proyecciones o dibujos- que tiene que ver con lo que están tocando los músicos en ese momento. Se establece una relación entre el músico y el ilustrador.

NC (EH): estamos logrando un nivel impresionante de integración entre las dos cosas: los ilustradores y los músicos están armando producciones específicas para estas fechas. Además en estos encuentros la gente también dibuja y pinta, lo que genera una relación afectiva con el ciclo.

¿Cómo ven estos proyectos a futuro?

NC (EH): estamos en movimiento y vamos a seguir en movimiento. Buscamos “la salud” artística, no quemarse la cabeza buscando entrar a  ciertos círculos sino construirlos uno mismo.

MS (AI): creo que para los dos colectivos lo importante es mostrar que la posibilidad de hacer está en tus manos y la posibilidad de generar algo exactamente como esto está en las manos de la gente que tenés alrededor.




martes, 4 de junio de 2013

Un solista grande

El  crecimiento del músico Tomás Amante está plasmado en su primer disco solista

Txt. Florencia Dopazo 

Tomás Amante creció. Su educación estuvo compuesta por la instrucción de las bandas Vento Y Oveja Negra. Una vez graduado de ellas, creó su primer trabajo como solista: El hueco, un producto que tiene huellas del propio Tomás, pero también rastros de aquella enseñanza primera. 

¿Por qué se llama El hueco?

Además de ser el título de una de las canciones, le daba sentido a todo lo que era el disco. Venía de tocar en una banda, y de repente empecé un trayecto solista, con guitarra y voz. Era abrir un espacio para hacer lo que significaba lo íntimo, crear un vacío, un hueco, abrir la posibilidad de ofrecerme a mi como otra opción de músico, de canciones y en el vivo plantear otro show. Era principalmente crear el espacio vacío para poder plantear otra cosa.

¿Cómo definirías tu música?

Solo sé que hago canciones. Más allá de la instrumentación, o lo que la canción pida, el género va variando. En el disco hay cosas folclóricas, muy íntimas. No se trata de un género sino de respetar siempre la canción como guía para la producción del disco. Es el pensamiento mío y de Pira Bastourre, el productor del disco: que la canción sea la que guíe y que al género en realidad pueden llegar a ponerlo los otros.

El EP fue lanzado en La Maravillosa, una casa de Palermo Viejo, con un show sin micrófonos ni cables. ¿Por qué elegiste hacerlo así?

Aproveché el espíritu del disco para poder hacer algo bien íntimo. Después de estar tantos años tocando con una banda atrás, con el volumen al palo, con miles de equipos, era un placer poder presentar un disco a viva voz. Creo que de esta manera sucede algo en la gente, tiene un efecto inmediato, una emoción un poco más inmediata. Estar cantando y que escuchen la voz de verdad, que el parlante sea el cuerpo, no algo externo.

Formaste parte de dos bandas: fuiste la voz en Vento –que sacó dos discos y tuvo invitados como Luis Alberto Spinetta- y guitarrista en la Oveja Negra. ¿Tu música como solista tiene alguna influencia de éstos grupos?
Vento es la banda de toda mi vida, desde que soy pequeño y la influencia fue a través del aprendizaje. Hicimos dos discos. Son mi escuela, con ellos aprendí a tratar con gente. Ellos son mis canciones también, El hueco surge un poco de las canciones que yo venía guardando porque creía que no se prestaba para el formato de la banda. Y la Oveja Negra es una banda mítica de los 80, un trío vocal, es folk. Es música que yo escuchaba cuando era chiquito, en vinilos. Después de muchos años ellos se vuelven a juntar y me convocan. Las influencias vienen de que las dos bandas son mi familia, están siempre presentes en los shows, los he invitado a tocar. Son mi familia, mi escuela y la gente con la que comparto mi día a día musical.

Tu EP se puede descargar desde tu página web, y el precio de descarga lo elige el comprador, entre un rango que va de cero a cien pesos. ¿Por qué elegiste ésta forma de venta?

Está buenísimo que el valor lo pueda poner el otro. El precio recibido, el dinero, es algo secundario en este momento. Es el primer lanzamiento, el  primer disco donde yo tenía que darme a conocer en una nueva faceta, con un nuevo nombre, mi nombre. Entonces era dejar la puerta abierta para que pasen,  vean, salga quien quiera y se quede el que quiera.

Próximas fechas: 9 de junio en Casa Presa; 21 de junio en Casa del Àrbol.



lunes, 20 de mayo de 2013

"Hay que arrancar el problema de raíz y cambiar al gobierno de nuestro país"


* Fragmento de Gimme the power 

Tito Fuentes y Randy Ebright, miembros de la banda mexicana, charlaron con Cultra sobre sus proyectos, el vínculo que los une con la Argentina y Gimme the power, el documental que narra una parte de la historia de su país a través de la suya propia. 

Txt. Gonzalo Sánchez Segovia  - @gonzalo_ss

Durante 71 años, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó en México, entre 1929 y 2000, cuando el Partido Acción Nacional (PAN), también conservador, le ganó la presidencia. Y aunque llamar a ese período una dictadura es cuestionable, los mexicanos vivieron atrocidades similares a las de cualquier gobierno autoritario: represiones, matanzas de estudiantes, censura, desaparecidos políticos, fraudes, manipulación de los medios de comunicación y demonización de la cultura.

En 1995, en pleno auge neoliberal, apareció Molotov, una banda que canalizó el descontento del pueblo mexicano y con sus letras afiladas e ingeniosas incomodó a las estructuras tradicionales. Así lo plantea Gimme the power, el documental dirigido por Olallo Rubio (presentado por el grupo en la Ciudad Cultural Konex), que utiliza a la banda y su génesis como hilo conductor para narrar la historia reciente mexicana. “Para hablar de una banda tienes que hablar de su entorno, de dónde surgió. Entonces aquí se cuenta la historia de México y se ve cómo nos afectó artísticamente”, explica el guitarrista Tito Fuentes a Cultra.


“En el documental se ven cosas que 

seguramente no se han visto fuera de 
México (..) Nunca nos dimos cuenta qué 
tan aguda era la situación viviéndola”




En México, el documental se estrenó el 1º de junio de 2012, en la recta final de las elecciones presidenciales. En ese momento surgió el #YoSoy132, un trending topic mundial y movimiento social por una democracia auténtica, que nació cuando un grupo de estudiantes universitarios le exigió explicaciones al candidato priista Enrique Peña Nieto sobre una represión en 2006 de la que fue responsable. Se vislumbraba la posibilidad de un cambio: “La película salió justo en ese momento y la gente que había crecido con el PAN podía ver cómo es el PRI. Esperábamos que la gente se concientizara, pero de todas maneras la mitad del país votó por Peña Nieto”, cuenta Tito. “Pienso que el documental sí creó cierta conciencia en la juventud. Creo también que era el propósito, refrescar la memoria de los jóvenes sobre lo que hacen estos ojetes cuando tienen el poder. A lo mejor ganó este buey, pero sí se plantó una semilla”, opina el baterista Randy Ebright.

Cuando Olallo Rubio convocó a Molotov para el proyecto ellos enseguida dijeron que sí. “Nosotros siempre tuvimos ganas de hacer algo así. Olallo es un amigo contemporáneo de la radio, ponía canciones y sus jefes se las prohibían, le tocó vivirlo en primera fila. También hizo dos películas súper pachecas [flasheras]. En el documental se ven cosas que seguramente no se han visto fuera de México. El propósito es exhibirlo porque, indepen-dientemente de lo que refleje por sí solo, muestra de dónde venimos, qué pasaba, qué pensamos. Nunca nos dimos cuenta qué tan aguda era la situación viviéndola”, explica Tito.

El primer problema que tuvieron durante la realización fue conseguir las imágenes de los distintos episodios históricos -algunas incluso las robaron-, ya que no contaron con el apoyo ni de Televisa ni de TV Azteca, conglomerados mediáticos siempre aliados al gobierno de turno. “Los medios tradicionales están muy manipulados y siguen teniendo un impacto pesadísimo. En México sólo el veinte por ciento puede acceder a computadoras, la tele y la radio siguen teniendo el control”, asegura Tito. Más tarde se enfrentaron con la distribución. “Se estrenó con un timing poca madre para nosotros y nos topamos con eso. Tú crees que es súper fácil y es un pinche problema - continúa el guitarrista- No pudimos estar en todas las salas, hay estados de la república a donde no llegó. No salía ni pirata, que también sospechábamos que iba a hacerse”. Hoy puede verse completo en YouTube.

“Vinimos por primera vez en 1998. Este país tiene 
mucho que ver con el desarrollo de la banda. 
Cuando llegamos estuvo tan chido la 
bienvenida que nos agarraron cosquillas 
de ir a otros países”


El documental, cuenta con testimonios de ex integrantes y amigos, como Gustavo Santaolalla; e intelectuales y periodistas, como el escritor Juan Vi-lloro. También hay material inédito del grupo. “Todo el tiempo salimos con un pinche vaso en la mano, buey. Imagínate que tengas todas tus fiestas grabadas”, bromea Tito. La mayoría de las imágenes en vivo fueron grabadas en la Argentina, lo que confirma la identificación que sienten con el país. “Vinimos por primera vez en 1998. Este país tiene mucho que ver con el desarrollo de la banda. Cuando llegamos estuvo tan chido la bienvenida que nos agarraron cosquillas de ir a otros países”, recuerda Randy. En febrero tocaron en Salta -donde aprovecharon para filmar el video de Madafaka junto a Illya Kuryaki & The Valderramas-, Cosquín y el Luna Park, como parte de la gira de su disco Desde Rusia con amor (2012), registrado en vivo.

Ahora preparan nuevo material, pero antes deben arreglar conflictos con su discográfica y decidir el formato de lanzamiento. “Estamos batallando con la disquera, hay unas cláusulas del contrato con las que no se ponen de acuerdo, según nosotros ya acabamos y según ellos no. Queremos sacar un disco pero ver si sale en línea, en latas de cerveza, en donde sea. El mercado se transformó, antes estaba basado en la venta de discos, era el arca del pinche negocio. Ahora no saben qué hacer”, detalla Tito. “Los cuatro tenemos gustos e ideas diferentes y las canciones son una mezcla de eso. El problema es que hablar de temas sociales como lo que está pasando con el gobierno es declarar lo obvio. Se empieza a volver aburrido, entonces hay que buscar la palabra precisa para que trascienda en una canción”.


jueves, 9 de mayo de 2013

Chancho va

Ensamble Chancho a Cuerda no se viene con chiquitas y, después de sacar su segundo disco en 2012, encara varios proyectos desde una propuesta que integra y dialoga con distintas visiones artísticas. 


Txt. Paloma Portnoy


“Nosotros hacemos música popular contemporánea: elegimos el repertorio, hacemos los arreglos e interpretamos la música entendiendo que tiene que ver con la sensibilidad de nosotros hoy, viviendo aquí en Buenos Aires” sostiene Nahuel Carfi, piano y voz del septeto integrado por Julián Galay (bajo eléctrico), Agustín Lumerman (percusión), Lautaro Matute (guitarra y voz), Nicolás Rallis (guitarra y voz), Joaquín Chibán (violín) y Manuel Rodríguez Riva (clarinetes). 

Se juntaron en 2006 y después de pasar por muchos escenarios, dos simples (La Chancha, los 20 y la máquina de hacer chorizos en 2006 y Bocetos en 2007) y dos cds (Contrastes en 2010 y Subversiones en 2012), sigue siendo difícil encasillar su trabajo dentro de los géneros tradicionales. El Ensamble Chancho a Cuerda, compuesto por músicos entre 20 y 35 años formados académicamente, toca música propia y ajena, instrumental y cantada, escrita e improvisada: una propuesta ecléctica que no para de investigar. 

¿Cómo fue el proceso creativo en los discos del Ensamble? 

Julián Galay: se generó en la experiencia de laburar juntos. Los siete trabajamos e influímos en la composición y los arreglos, usamos todas las formas que tenemos a nuestra disposición. Trabajamos bastante con la improvisación como material: el primer disco tiene improvisaciones libres y dirigidas, y en el último aparece pero más sutilmente, dentro de una composición. Sigue estando a la hora de tocar y también cuando se generan los temas. 

Nahuel Carfi: Hay mucho trabajo sobre la masa caliente en el ensayo y después con la cabeza un poco más fría escuchar qué fue lo que pasó y tomar decisiones sobre qué temas van a ir al disco. 

¿Cuáles son los criterios para elegir el repertorio? 

JG: Lo primero es la música, lo que nos mueve, nos emociona, lo que reconocemos que nos gusta y nos representa. También hay una pata ideológica porque importa de quién es la composición. Importa si un amigo escribió la pieza especialmente, si es del cantautor uruguayo Lazaroff o si es de un compositor mexicano de principios de siglo XX. Nos interesa poder mezclar esa música que supuestamente es clásica contemporánea con lo que hace la cantautora chilena Violeta Parra, por ejemplo. 

NC: En el segundo disco hacemos todas composiciones de otros. Hubo una decisión de pedir composiciones a amigos compositores y también la iniciativa de algunos de nosotros de decir “che, voy a hacer un arreglo de tal cosa, les parece?”. 

Lautaro Matute: esta propuesta implica no elegir específicamente por un estilo sino poder abrir y aportar a los arreglos desde la música que cada uno hace. 

¿Qué proyectos tienen para este año? 

NC: estamos armando el repertorio para un tercer disco y encarando una misión de colaboración con otras propuestas artísticas para ver qué surge de esas creaciones colectivas más grandes. Por ahora tocamos el 22 de junio con Ciruelo en la Bisagra y estamos armando algo con la Orquesta de Cuerdas Elvino Vardaro para agosto. Otro proyecto son las giras, estuvimos en el festival “Jazz a la calle” en Uruguay y a partir de esa muy buena experiencia se nos abrió el juego y la cabeza para mandar nuestra propuesta a varios festivales. 

JG: otra de las ramas del Ensamble es la música audiovisual, de cortometrajes y películas, vamos a estar en el Festival de Animación Cartón. Otra pata empezó en febrero con la Escuela Chancho a Cuerda, talleres que damos dentro del marco estético e ideológico del Ensamble. También tenemos la radio Chancho a Cuerda que por ahora es una página donde hay 24hs de música que a nosotros nos gusta y nos parece lindo difundir, y el programa de radio “Cuando los Chanchos Vuelan” en FM La Tribu donde podemos charlar con músicos y artistas. 

¿Cómo ven la escena artística donde interactúan todas estas propuestas? 

NC: las palabras que aparecen son “economía colaborativa” y “economía creativa”: los artistas juntos, a partir de la colaboración y de compartir las estructuras, logramos hacer producciones mucho más grandes y de mayor alcance. El Ensamble es parte de una escena artística que está sucediendo desde hace mucho y que hoy está para encarar nuevos desafíos y nuevas colaboraciones. Si bien todavía falta la infraestructura para aguantar esta cantidad de proyectos, hay un clima esperanzador. Estamos con las orejas abiertas para ver qué está pasando y de qué manera nosotros también somos parte aportando y participando.