Antes de arrancar, recomiendo leer esta nota escuchando el tema Ejercito del Norte, de su EP homónimo de 2010. Ahora sí, podemos seguir. Dietrich viene sonando en el run-run del mundillo under desde hace tiempo, sobre todo a partir de organizar los ciclos 70 segundos antes del knock out, donde en La Castorera o el lado B de Niceto se colocaban 3 escenarios con bandas alternándose los temas y una pantalla encerrando al público en una interesantísima experiencia intersensorial.
Sin embargo, yo conocí a Dietrich a través de un amigo que me dio un excelente argumento de venta: “Escuchalos, es como la música de 28 Days Later”, la peli inglesa de zombies que, no se preocupen amigos intelectuales, es dirigida por Danny Boyle (Slumdog Millionaire, Trainspotting, La playa). Habiendo quedado fascinado por el soundtrack de esa película tardé poco en acercarme a su myspace, para no ser defraudado.
Dietrich es una banda instrumental, con el campo de la generación de climas y la pared de sonido muy dominado. Forman con bajo, guitarras, batería y lo que presumo será sintetizador, más la colaboración esporádica de distintos miembros de la banda en percusión. Más allá de su formación no-heterodoxa, su sonido logra ser una amalgama que no deja de generar un influjo incesante de diversas sensaciones y sobre todo imágenes.
Es casi inevitable entrar en un semi-trance al escuchar sus temas con in-crescendos casi constantes, frases de guitarra repetitivas (nunca agotadoras) y, sobre todo en el vivo, una percusión que aporta una bailabilidad a sus temas, en algún punto similar a la que puede presentar Yeasayer. Las guitarras y bajo pueden combinarse para sonar por momentos a un lejano stoner rock, remitir a el oscuro rock de Interpol o incluso a pedacitos de Joy Division. Si estás esperando el estribillo sensible, este no es tu lugar.
Sin embargo, más allá del EP mencionado y su nuevo single Caballos de Fuerza (casi un track de electrónica ambient), hay que insistir con la experiencia de ir a verlos en vivo. La combinación con las proyecciones que suelen acompañar las presentaciones de la banda completan el efecto de transmisión de las mencionadas sensaciones/imágenes, invitan al baile, por momentos dan ganas de poguear (junto con un público que suele tener una atención poco usual para una banda de rock, como al fin y al cabo son los Dietrich).
No, los Dietrich no son mis amigos, ni los conocí en mi vida. Y no, no puedo parar de tirarle flores a los Dietrich. Para hacer una crítica uno suele pensar en la casi necesidad de incluir algún comentario desfavorable, y no es que esta sea la mejor banda que haya visto en mi vida, ni el mejor disco que pasó por mis auriculares, pero con Dietrich no tengo de que quejarme.
Probablemente sea eso mismo, son una banda con la modesta pretensión de ser el futuro (según ellos definen su fin y más allá de las miles de acepciones que cada uno pueda tener para este concepto). El escucharlos es lo que permite que uno pueda hacerse todas las películas en la cabeza, mil películas que ahora tienen musicalización aunque no tengan trama, pero que presentan el sonido épico de un futuro catastrófico y a la vez esperanzador.
Esta es la mejor banda de rock instrumental / progresivo que hay en la Argentina en este momento. Punto. Yo no tengo dudas: son el futuro. Sólo es cuestión de tiempo para que vayan a Londres o Berlín, la rompan, y empiecen a darles bola acá finalmente.
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