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viernes, 7 de octubre de 2011

La revolución está en la pista de baile

Por Lucía Levy @lululevy / Ph Ezequiel Sambresqui

 Miss Bolivia es una gladiadora de las palabras que cuando sube al escenario, prende fuego el mic y la cabeza de los que quieren escuchar. Para ella, el alboroto es salud, y la rima, un arma transformadora.




La noche en la que Paz Ferreyra se rebautizó como Miss Bolivia, todos los astros y planetas del cosmos – seguramente – estaban alineados. De no ser así, los hechos que ayudaron a que ésta transformación se lleve a cabo sonarían muy extraños, casi inverosímiles. “Llegué a un festival de copleras en el norte argentino y las cholas me agarraron solamente a mí, yo era la única de su color de piel. Durante una comparsa me dieron chicha a morir y me hicieron cantar. Esas coplas fueron lo más parecido a un rap para mí porque los dos reúnen tierra, sonido y poder, y ahí se hizo el click. Sentí una conexión terrible”, las palabras de Miss Bolivia son intensas, rebalsan sentimiento y buena vibra.

El nombre artístico de ésta psicóloga y profesora de yoga es pegadizo, gomoso y tiene power sudaca. Su intención es siempre la de provocar y apropiarse de todo lo extranjero que tiene el rap. Es típico en el ambiente del hip hop utilizar prefijos del inglés, “esa lengua opresora e imperialista”, y por eso le adosó al Miss una palabra que, según ella, “es una patada en los huevos, un lugar que tiene alto caldo y en el que hay mucha movida socio-política y revolución: Bolivia”. Su historia personal y artística está muy ligada a la realidad del país vecino: luego de presenciar la asunción del presidente boliviano Evo Morales en 2006, Paz Ferreyra volvió y compuso su primer tema: Apágalo, una protesta contra la televisión y la realidad que intenta vender. “Ese viaje fue el flash máximo, me cambió mucho. Fue el comienzo de todo, a partir de ahí comencé a componer mis canciones”, recuerda.



Antes de romperla en el escenario con sus raps-cumbias-reggaes, Paz Ferreyra estudió la mitad de la carrera de Letras en la UBA, donde se especializó en letras clásicas, se graduó en Psicología en la misma universidad y hasta dio clases allí. “Lo que hago con mis canciones es enterrar la biblioteca que me leí. Para poder diferenciarte de tanta complejidad, hay que volver a las bases, a lo básico. Quiero ser accesible a todos porque el ghetto también se forma si usás un lenguaje muy academicista, eso no me va”, cuenta. Como buena conocedora del lenguaje, a Miss Bolivia le fascina jugar con las palabras y violar las reglas supuestamente inquebrantables: “Me encanta hacer mierda la gramática y los acentos. Eso es revolución, porque la gramática también es el lenguaje del opresor”.

No tengo límites, mi boca estalla, detonaré tus sesos con esta granada, promete Miss Bolivia en el tema Alta Yama que grabó con la mexicana Ali Gua Gua y cumple, todo lo que dice lo cumple. Cada frase que sale de su boca es una cachetada seca en la mejilla, no por violenta, todo lo contrario, sino porque no conoce otra manera de hablar que no sea con la posta. Sus letras son claras, directas al cráneo; algunas invitan al perreo y otras necesitan de silencio y tranquilidad para ser absorbidas. “Mis primeras canciones eran muy de autoayuda. Con el paso del tiempo evolucioné y logré encontrar el balance. Estoy aprendiendo a no hacer todos temas con fines de impacto sino darle lugar a canciones de reposo, para escuchar. Esta soltura me la dio la popularidad; es como decir, ahora que me conocés, tomá, fumate ésta”, dispara.


Algo en común tienen las canciones de Miss Bolivia: todas tienen una o dos frases densas que hacen que mientras el cuerpo se menea solo, la mente repare, por un segundo, en frases que abren los ojos, que miran más allá. Esa es su intención y eso es lo que consigue: “Lo que quiero que pase después que la gente escuche mi música es que se haga preguntas, que se quede pensando. Yo no bajo línea ni tengo respuestas, pero sí quiero eso: que todo se cuestione. Las respuestas las resolverá cada uno, por suerte no hay una sola”.

Miss Bolivia es intensa al hablar, como si cada frase fuese la última; es intensa incluso en su soledad cuando compone sus rimas. Si algún productor o artista amigo le manda una pista que le vuela la cabeza, no podrá dormir en las siguientes noches pensando en el estribillo que mejor le vaya. Las situaciones que más la inspiran para componer sus rimas son en las que el horror es protagonista. “Hay cosas que pasan día a día y que son inevitables, son como un shock de dolor que si no lo transformo, estoy segura que hoy tendría cáncer”, reflexiona y sigue: “A veces sale más poético y otras, más crudo. No siempre hay espacio para la poesía, hay veces que usar metáforas sería una injusticia”.

Los diferentes estilos musicales conviven en sus temas en perfecta armonía. Es que Miss Bolivia tiene la habilidad de amalgamar rap, cumbia y reggae y hacerlos sonar como si se pertenecieran desde siempre. “Me siento como un plomero que viene con su caja de herramientas: la llave inglesa es el rap, los clavos son el reggae y la pinza, la cumbia; y con eso lo atamo’”, se ríe. No se considera una rapera: “soy una cancionera, eso soy. Mi arte es la canción”. Ella se siente un “médium en una sesión espiritista” que se deja habitar por una voz ajena que tiene algo grosso que decir: “si existe la posibilidad que a través mío se pueda expresar algo no dicho, para mí es suficiente. No me interesa si se hace visible o no, no necesito que prospere o que tenga fama; si puedo expresar algo que otro también piensa, no necesito más”.


1 comentario:

  1. Paz PAZ PaZ !!! Grosa como siempre! cada sensacion que se dijo textualmente en esta nota es cada sentimiento que le provoca a un oyente!
    Personas que son tocadas! Miss TIENE LA PALABRA!

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