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lunes, 12 de noviembre de 2012

Música mestiza


La banda formoseña que acaba de grabar su segundo disco cuenta qué los inspiró a fusionar sonidos tradicionales con rock y sobre la estética que los motiva a retratar los paisajes de su provincia natal.

Txt. Gonzalo Sánchez Segovia @gonzalo_ss  | Ph. Ezequiel Sambresqui


“El lugar de donde sos imprime cosas en tu forma de ser y componer. Pensás un clima y llevás el tempo de la canción más rápido o más lento de acuerdo a ese paisaje que ima- ginás”, explica Lucas Caballero, guitarrista de Guauchos. El baterista Juan Manuel Ramírez agrega: “Formosa tiene un paisaje y una vida social y cultural muy diferente a la de Buenos Aires. Estamos a cien kilómetros de Paraguay, por ejemplo. Es nuestro lugar de pertenencia, lo que somos, y tratamos de contarlo, de representarlo con la música”.

Lo primero que aclaran cuando se le pregunta por sus inicios es su procedencia formoseña. Allí nace su música, porque con sus canciones, mezcla de folclore y rock, y la estética de la banda relatan esos paisajes y sus características, como los treinta grados que pueden hacer en invierno a la hora de la siesta. “Ahí el Sol está más cerca de la tierra”, bromean.

La banda se encuentra en una situación de tránsito permanente entre Buenos Aires y Formosa, lo que les permite observar las diferencias que existen en ambas regiones para los grupos de rock. “Buenos Aires tiene esa característica de comunicar al país lo que pasa, hasta cierto punto, pero también tiene una cantidad de propuestas que abruma, tiene sus códigos y circuitos marcados y cerrados. Hay escenas donde la gente se conoce, como pequeñas tribus musicales que tienen sus lugares para tocar. En el interior pasa lo mismo, pero al haber pocas bandas girando la gente está más receptiva a la música”, explica Juan Manuel. Así, se permiten explorar circuitos musicales de regiones que muchas bandas de Capital no suelen recorrer, como el Litoral: “En todos estos años de carrera no habíamos ido nunca a Corrientes, una provincia muy cercana, y encontramos una escena que disfruta mucho de la música. Está buenísimo tocar allá, también venir acá al Roxy de Palermo. La movida litoraleña tiene grupos muy interesantes. Al estar lejos de la influencia de una gran metrópolis y los medios se genera una identidad muy fuerte”, continua.

Guauchos empezó como un juego, hace dieciocho años, cuando Lucas, su hermano Albano, Juan Manuel y el cantante Federico Baldus, tenían once años y aprovechaban la sala de ensayo de sus hermanos mayores para tocar juntos, sólo para divertirse. Luego de formar varios grupos por separado, sumaron al guitarrista Juan Miguel Castellani y en 2004 nació oficialmente la banda.

"Hay varios compositores que tienen esa 
oscuridad que se puede rockear, la zamba 
también tiene una profundidad desgarradora"

En sus casas se escuchaba folclore y en la adolescencia apareció el grunge hasta llegar a The Beatles que para los músicos “es un lugar común, pero cualquier persona sensible se emociona con ellos”. “Nuestras familias tienen una tradición folclórica. En los asados de los domingos sonaba la música fuerte en el patio, discos de Los Carabajal, Los Tucu Tucu, todos los fines de semana había guitarreadas. En la banda armamos nuestra personalidad musical forjada por esas influencias. Nos sentimos muy a gusto cruzando ambos géneros”, dice Lucas.

En su primer disco de 2010, el grupo tomó elementos típicos del folclore, como la rítmica 6 x 8, además de la melancolía y la oscuridad de las le-tras, y le sumó intensidad rockera a la interpretación. “En el primer disco hicimos una versión de Te voy a contar un sueño, de Jacinto Piedra, un compositor santiagueño que tiene canciones muy oscuras, y la letra es un viaje pos apocalíptico. Hay varios compositores que tienen esa oscuridad que se puede rockear, la zamba también tiene una profundidad desgarradora. Tratamos de encontrar el groove y usar sonidos de guitarras de nylon mezclados con componentes más rockeros, como distorsiones y baterías. Son elementos y colores que dan una estética”, asegura Lucas.

Para su segundo disco, que terminaron de grabar y mezclar en MCL Records en agosto, con la producción musical de Mariano Bilinkis, buscaron profundizar ese sonido. Para eso, decidieron realizar una pre producción: “Una clave del disco es cómo está procesado el audio, que pasó por una etapa previa de imaginación en Formosa. Experimentamos con unos micrófonos para grabar holofonía y registramos ambientes y sonidos del campo. Nos dio un resultado muy positivo que generó una gran paleta de colores”, detalla Lucas.

Juan Manuel cuenta sorprendido que descubrieron un nuevo folclore. Sin darse cuenta, sienten que están rompiendo con sus propios parámetros prestablecidos sobre el género, y lo empujan a un lugar moderno. Sin traicionar las raíces de este estilo innovan, por ejemplo, cuando tocan una chacarera y le agregan sintetizadores, secuencias o programaciones.

Con la idea de editar el disco antes de fin de año, como banda independiente se plantean interrogantes sobre cómo sacar el material. Pero ellos lo toman como un reto: “Hoy en día la industria propone un replanteo de edición, nuevos formatos de lanzamiento y difusión, entonces estamos viendo qué vamos a hacer. La industria se está reseteando. Hay que sacar el disco, mostrarlo y venderlo, pero hay que ver nuevos métodos, vencer el miedo a lo desconocido y apostar.”, concluye Juan Manuel.

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