Sofía Viola, inspirada.
Txt. Eugenia Mastropablo
Sola, en el medio de un escenario,
nada más que acompañada por su guitarra, Sofía Viola es una de las revelaciones
de una nueva generación de músicos que mezcla géneros y estilos. Es la ahijada adoptiva de Gustavo
Santaolalla. Aunque afirma que le “aburre hablar del tema”, es evidente que
para que el músico de Arcoíris y Bajofondo haya puesto sus ojos en ella debe de
haber encontrado algo especial. “Somos amigos (con Santaolalla) de un amigo que
los dos adoramos, nos conocimos y nos caímos muy bien. Desde ahí empezó nuestra
amistad. Además nos gusta mucho la música”, cuenta de forma escueta.
Tiene ojos grandes, voz poderosa y el
pelo parecido al de Mafalda. Pero esa no es la única similitud con el
personaje del dibujante Quino: Viola se parece en su actitud ácida e irónica
pero, sobre todo, en sus canciones que llegan para hacer pensar, como en los temas Navidad
y Caca en la cabeza.
“Me inspiran el amor, la naturaleza,
las calles, los trenes, los diferentes comportamientos de la humanidad, la
música, Dios. De repente llega una chispa creativa que se posa en algún lugar
de mí. Esa chispa puede ser creada por una imagen, por un sentimiento, un
pensamiento, un recuerdo, una charla, una pasión, etc. Esa chispa puede
desembocar en lápiz y papel, en melodía, en acorde o en cualquier vehículo de
la inspiración”.
Si bien asegura que no le gustan las
canciones de amor ni de protesta, existen algunas excepciones y hasta ella
tiene algunos temas como Me han robado el mar que habla sobre la pérdida de Bolivia de su territorio marítimo. Ante
la pregunta de por qué no le gustan, cuenta: “Me la paso escuchando Trío los Panchos y otros intérpretes de
bolero. Lo que no me gusta es esa música apestosa que suena en muchas radios
que no escucho. Respecto a las canciones de protesta, escucho a Rubén Blades,
quien elabora finamente lo que dice en sus canciones. Se trata de un mensaje para
gran parte del mundo, un mensaje de amor, justicia, respeto, sabiduría y
conciencia. El tipo no se está quejando de las cosas feas que pasan en el
mundo, está construyendo un lugar de reflexión y conexión con nuestros
hermanos. Esa protesta está muy bien. Yo estoy a favor de ese mensaje de amor y
claridad”.
El arte la envolvió desde el momento
en que nació, su madre es bailarina, su papá es el reconocido trompetista el
“Pollo” Viola y es sobrina de Omar Viola, quien junto a Horacio Gabin crearon
el Parakultural a mediados de la década del 80. “Mamá y papá pusieron en mí
todo su amor, su música y compañía. Por tener a mi tío cerca pude conocer la
milonga y disfrutar del tango. Además, mi primo, el hijo de mi tío Omar, es un
gran amigo que me ha educado el oído, los ojos, el corazón y el bocho”.
Cuando tenía 12 años participó en Medios Locos, un programa periodístico y de humor emitido por ATC durante la década del 90. “Mi papá tocaba en la banda del programa y un día lo
acompañé. En un pasillo me crucé con Mex Urtizberea que me dijo: ‘Me enteré que
estás tocando la trompeta, ¿querés estar en la tele?’ Le dije que sí. De
repente me estaban maquillando, vistiéndome, poniéndome una peluca y salí así,
como si nada. Al tiempo me llamaron para que haga de La supuesta hija de Perón”. “Después de ese medio año de
televisión” se inclinó hacia el teatro, cuenta. “Creo que el teatro me dio
muchísimas herramientas para la música y la vida”.
Viola posee un alma libre y viajera,
su primer disco fue grabado en una casa ecológica en San Marcos Sierra con su
amigo Martín Minirvini. Luego de esta experiencia decidió copiar sus cds en su
casa, envolverlos con papel y venderlos cara a cara a las personas que van a
verla a los recitales. “Me gusta envolverlos, lleva mucho tiempo igual. Los
vendo por mi cuenta porque se dio así, tengo una fábrica casera y hablo cara a cara
con el que se quiere llevar el disco. Igualmente, también se puede conseguir en
una feria americana que se llama Trash (Bulnes 1898) y también en La Plata por
medio de Lachacha Discos”.
El 2013 la encontrará con la
presentación de su nuevo disco Júbilo producido
por Ezequiel Borra, quien, aclara, “se encargó de todo, desde hacerme grabar
casi un centenar de canciones hasta vestir por completo el repertorio
seleccionado para este disco”. Y concluye: “Quiero hacer una gira lo más larga
que pueda para repartir este trabajo y después de eso, espero poder salir rumbo
a lo desconocido”.
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