Txt Gonzalo Sanchez Segovia Ph. Ezequiel Sambresqui
En el primer piso de una casa en la esquina
de Perón y Uriburu está ensayando la Orquesta Académica de Buenos Aires:
violines, cellos, contrabajos, flautas, oboes, clarinetes y setenta músicos
afinan sus instrumentos. Están esperando que lleguen los cantantes Pablo
Dacal, Alvy Singer, Pablo Grinjot, Alfonso Barbieri, Nacho Rodríguez, Lucio
Mantel y Tomi Lebrero para arrancar el ensayo. Siete cantautores que se unieron a la orquesta para
reversionar sus canciones en clave sinfónica. Hay otra canción es el show que presentarán juntos hoy en el Teatro Coliseo, que,
además, contará con Fito Paez, Palo Pandolfo, Onda Vaga y Sebastián Rubín como
invitados. En una pausa durante la práctica, parados en ronda, cuentan detalles
sobre el proyecto, cuyo principal artífice es Grinjot. “La idea la
tenemos hace cinco años. Queríamos seguir experimentando con elementos de una
orquesta, algo que veníamos haciendo, y de pronto apareció la oportunidad de
concretar el proyecto con una orquesta completa”, explica.
Ustedes
se caracterizan por intentar llevar las canciones a su mínima expresión. En
este caso pasa todo lo contrario; ¿qué los motivó?
Alvy
Singer: Siempre tenemos la idea de intentar vestir
las canciones de maneras desafiantes, para nosotros, para los músicos que nos acompañan
y para los lugares donde tocamos.
Nacho
Rodríguez: En algún punto es algo estético, pero
inevitablemente es súper emocionante tocar con tanta gente.
Pablo
Dacal: Personalmente no lo pienso en términos de
tocar solo o con un montón de gente. Aunque son muchas personas, es una
orquesta, no un grupo, y una orquesta es un organismo en sí mismo. No son
setenta individualidades, es un organismo formado por setenta personas,
conducidas por un director y orientadas por un arreglador. Entonces se crean
una serie de relaciones distintas, un juego muy interesante.
¿Cómo
eligieron las canciones de su repertorio?
Alfonso
Barbieri: Son los greatest hits de todos (risas).
Tomi
Lebrero: Por ejemplo, tenía un tema que quería que
suene con la grandilocuencia que aporta la orquesta.
La Orquesta Académica de Buenos Aires nació
en 2009, cuando las autoridades del Teatro Colón decidieron prescindir de una
orquesta de jóvenes. “Nos quedamos en la calle, sin atriles, ni instrumentos,
ni lugar para ensayar, pero con la totalidad de los músicos a favor de
continuar, de seguir la lucha, que en principio fue por volver al teatro. Conseguimos
que las autoridades hagan una academia orquestal, que por lo menos es un
proyecto para jóvenes. Al final logramos formar nuestro espacio afuera”, cuenta
Carlos Jaimes, el director. Hoy se encuentran activos, participan de proyectos
musicales de todo tipo y, aunque conservan la estructura formal de una orquesta
académica, también tienen la energía que añaden los músicos jóvenes. “Nos
divierte mucho tocar con artistas de rock y pop. Los cantantes se sorprenden
con la nueva sonoridad que alcanzan sus canciones y la orquesta toma su
frescura y se libera un poco de la estructura y el designio clásico. También
está bueno porque tocamos música de un autor que está vivo, y nos da la
posibilidad de que nos explique de qué se trata su tema, para donde quiere
apuntar los climas”, sigue.
El ensayo continúa y las canciones
adquieren un volumen distinto al que los músicos están acostumbrados. Nico
Posse, el arreglador, aporta su punto de vista: “No quise entorpecer la fineza
que tienen todos estos cantautores, que no vienen del rock, sino de la guitarra
acústica. No quise cambiar los acordes ni la forma, traté de respetar su
esencia. La orquesta aporta el marco, cuando llevas las canciones a un formato
clásico les estás dando mucha importancia. Son setenta músicos, pega de una
manera distinta, y aunque la orquesta es más estructurada, la idea es que si lo
sienten, bailen”.
Pablo Dacal canta Ella ya está en la playa y se mueve al lado del director, que guía
a los músicos serio y pide repetir compases específicos. Las canciones suenan
grandes y, gracias a la orquestación, adquieren un aire Beatle. Pasa Alfonso
Barbieri y después Alvy Singer, la orquesta se adapta al estilo de cada uno de
los cantautores, dibujando diferentes matices y arreglos para conseguir el
efecto deseado. En un clima distendido, los que esperan para ensayar
aplauden y sonríen conformes con los resultados, aunque en sus caras se nota la
ansiedad del estreno en vivo. “Estamos emocionados, pero todavía falta una
instancia superior, que es el concierto con iluminación y público. Ese calor y
esa tensión que se da al ser observado. Me parece que ahí vamos a hacer música
realmente con todos esos chicos”, desafía Pablo Grinjot.
Hay otra canción se presenta hoy a las 21 en el Teatro Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1125.
Entradas entre 30 y 100 pesos.
Hay otra canción se presenta hoy a las 21 en el Teatro Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1125.
Entradas entre 30 y 100 pesos.
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